El fin de semana pasada se estrenó en Netflix la que se ha clasificado como la serie más costosa de la historia: La Corona con un presupuesto estimado de 100 millones de libras (123 millones de dólares) hace que después de ver algunos episodios no se dude de que la inversión valió la pena.
La primera temporada de The Crown cuenta la sucesión al trono de Isabel II, así como los primeros años del reinado de esta monarca que recientemente se convirtió en el más largo de la historia.
Como escribía más arriba la inversión valió la pena, pero tampoco es que te aviente los billetes a la cara… Es sútil pero espectacular, tanto que si te descuidas podrías estarte perdiendo secuencias de un nivel artístico de lo más alto que hemos visto recientemente.
Las actuaciones son precisas, el casting impecable, la producción cuidadísima pero tal vez sea la narrativa lo que hace tan deslumbrante y llena de esplendor la corona de Netflix como líder indiscutible en producción de calidad.
Por si fuera poco el creador de la serie, Stephen Daldry nos ha regalado otras cositas tan entrañables como Billy Elliot o delicadas como The Hours, por ahora podemos esperar mucho de esta nueva serie que está pensada para extenderse por 6 temporadas.
Además, como habla personajes de la vida real hay muchos otros contenidos – de ficción y no- a los que podemos referirnos si queremos saber más, por ejemplo en los primero dos capítulos conocemos al Rey Jorge VI, padre de Isabel y al que conocimos en El discurso del rey (2010) con todo y sus problemas de lenguaje.
Igualmente podemos ver a una Reina Isabel muy distinta a las que encarnó Helen Mirren en The Queen (2006), donde pintaba a una soberana fría frente a la crisis que desató la muerte de Lady Di cuando ya tenía varias décadas embestida en su majestad.
Lo cierto es que vale la pena echarle un ojo, creo que pocas personas pueden quedar inamovibles ante algo tan contundente.
