Reseña Película: Beetlejuice Beetlejuice ostenta una innecesaria nostalgia
Michael Keaton

Reseña Película: Beetlejuice Beetlejuice ostenta una innecesaria nostalgia

Comprobamos una vez más que la nostalgia vende, Hollywood está desesperado por tener ese éxito en sus blockbusters de verano sin conseguirlo, y para esto se ha apoyado de viejos clásicos modernizándolos innecesariamente y haciéndolos inclusivos para una nueva generación, para que conozcan cómo se hacía un buen cine a finales del siglo pasado

Lamentablemente nos hemos dado cuenta que esto ya no funciona, ya no hay nada que pueda llegar a sorprendernos, esta crisis en el entretenimiento no solo ha perdido millones de dólares sino también espectadores que han visto en las plataformas de streaming contenidos más interesantes.

Desde que Michale Keaton encarnó a un personaje que ha sido divertido y que llevó al horror y la comedia de fantasía oscura a otro nivel. En innegable la creatividad y originalidad que ha tenido su director Tim Burton para hacer posible todo este bizarro mundo en lo qué nada parece ser imposible.

36 años han pasado desde su estreno y ahora regresa a las pantallas grandes con una secuela que intenta seguir los pasos de su predecesora con una nostaglgia tan rancia como su propia existencia y que pretende tener una visión enfocada a tener más seguidores de estas nuevas generaciones.

¿De qué trata Beetlejuice Beetlejuice?

Después de una tragedia familiar inesperada, tres generaciones de la familia Deetz regresan a su hogar en Winter River, aún atormentada por Beetlejuice (Michael Keaton) la vida de Lydia (Winona Ryder) da un vuelco cuando su rebelde hija adolescente Astrid (Jenna Ortega) descubre el misterioso modelo de la ciudad en el ático y el portal al Más Allá se abre accidentalmente, con problemas en ambos reinos es sólo cuestión de tiempo hasta que alguien diga el nombre de Beetlejuice tres veces y este travieso demonio regrese para desatar su propio tipo de caos.

Sí, ya en estos tiempos estamos muy familiarizados con este tipo de secuelas heredadas con todo su entusiasmo nostálgico y lo vacío que puedan ser, podríamos decir que a simple vista su director Tim Burton y los actores estrella Michael Keaton y Winona Ryder regresan a repetir sus personajes para Beetlejuice Beetlejuice, teníamos entendido que lo que se tenía que contar ya se contó, se volvió a contar en una obra musical en Broadway (2019 – 2020) se continuó en 4 temporadas de una serie animada (1989 – 1991)

Al parecer nos equivocamos al pensar que esto ya no daba para más y esta es una nueva oportunidad para que estos viejos “clásicos” repita su macabra magia que logró sorprender y divertir hace 36 años pero haciéndolo todo aparentemente nuevo y más moderno adecuado al mundo actual en el que vivimos, sin embargo, para bien o para mal lo más “novedoso” de Beetlejuice Beetlejuice es que no es estrictamente un remake o una nueva versión de su predecesora, de hecho, esto es lo que se suponía que deberían ser las secuelas con grandes cambios llamativos para superar y expandir el original.

Lo estridente y bulliciosamente tonto en este trabajo es en su ritmo y narración, es una prueba plausible de que la imaginación de Tim Burton no tiene límites si lo dejan a cargo de sus propias cosas, para nosotros como público que queremos diversión tipo Halloween con sustos y bromas pesadas dudamos que incluso eso tenga importancia en su historia, dado lo vertiginosa que pueda ser esta película hay varias cosas a considerar en el desarrollo de su trama y cómo esta va uniendo referencias de su antecesora con estas nuevas subtramas.

Desafortunadamente para todos los involucrados durante el primer acto hay una gran cantidad de cosas a preparar antes de entrar de lleno a la acción, una de estas cosas involucra la revelación de que Lydia Deetz (Winona Ryder) sorprendentemente y de la nada se ha convertido en una estrella, es la presentadora de un programa de televisión de entrevistas sobrenatural llamado Ghost House (cualquier parecido con Late Night with the Devil es mera coincidencia) haciendo lo que una vez le causó serios problemas y consecuencias cuando sus padres intentaron lucrar con fantasmas y lo sobrenatural, es evidente que ella no es feliz mientras su productor y posible prometido Rory (Justin Theroux) la presiona y promueve más hacia lo comercial lo que ayuda en gran parte a distanciarse cada vez más de su rebelde hija adolescente Astrid (Jenna Ortega).

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Después de que su madrastra Delia (Catherine O’Hara) le informa sobre la muerte de su padre estas tres generaciones de mujeres se ven obligadas a reunirse para el funeral durante la semana de Halloween, los personajes fantasmales centrales de la primera película, los Maitland (Alec Baldwin y Geena Davis) inexplicablemente ya no están aquí de regreso, algo que hubiera sido un punto muy a favor de la cinta, es más, ni siquiera son mencionados.

Es comprensible que Alec Baldwin y Geena Davis no puedan volver a interpretar a estos adorables y carismáticos fantasmas que interpretaron hace tantos años, y su guión no logra encontrar algo lo suficientemente fuerte y creíble que reemplace al de esta pareja para adaptarse a las condiciones de la misma, convenientemente para los escritores las pocas cualidades que tiene esta secuela no reside en lo que puedan o no improvisar sino en la manera en la que lo están desarrollando y usan como pretexto que la locura de Burton es así, un lugar sin ley y sin reglas en donde se puede hacer y deshacer todo a voluntad y al servicio de un guión que no se salva de ser mediocre y trillado.

Junto con lo anterior hay varias subtramas son más interesantes que su historia pero al momento de aplicar la esencia principal de la película se delata y confunde así misma, nos damos cuenta de inmediato de lo poco elaborado que es el guión de Alfred Gough y Miles Millar, algo que basa su efectividad en la nostalgia y en algo que ya hemos visto antes, la narrativa es aparentemente muy simple, es sobre tres generaciones de mujeres que se enfrentan a diferentes etapas de un duelo y la relación que han tenido con la muerte y su mundo, todo esto se ve forzado por cosas superfluas e ideas a medio formar.

Por ejemplo, la estrella de cine de ultratumba convertida en detective interpretado por Willem Dafoe es completamente innecesario y podría eliminarse por completo sin que la película pierda su ritmo, podría haber aprovechado más su tiempo para aclarar y desarrollar la nueva etapa del personaje de Lydia,  un elemento de la primera Beetlejuice que lamentablemente aquí no es tomado en cuenta, es el ancla emocional de una macabra y siniestra normalidad de Adam y Barbara Maitland que contrarrestaban la locura y el caos de todos los demás en 1988.

El momento romántico viene con la historia de amor entre Astrid y Jeremy (Arthur Conti) este inoportuno romance adolescente evoca sensaciones impulsadas por bromas, música, historias compartidas y chistes que bien podría haberse contado aparte en otro trabajo que detalle más las cosas pero estaríamos cayendo en la copia, en que ya vimos esto contado de otra manera en la serie de televisión Wednesday incluso el personaje de Astrid nos recuerda la esencia de este otro.

Todo esto es un trabajo que se jacta de ser imperfecto la película sufre de grandes fallos como su evidente irregularidad narrativa que está en la mayoría de las películas modernas de Burton, pero la creatividad y el ingenio de su director parecen haber tenido un necesario renacimiento, casi todas las escenas tienen ese peculiar estilo visual que caracteriza el tipo de cine de quien lo dirige, el énfasis en volver a los efectos de stop-motion y a los trucos visuales de cámara más artesanales y manuales es su punto más fuerte, es en estos momentos cuando se siente más que es una secuela.

Beetlejuice Beetlejuice se basa y abusa demasiado de los chistes donde en casi cada cuadro se burlan de todo en donde algunos funcionan bien y otros definitivamente no, la sobre carga de todo esto sirve más para interrumpir que para divertir y entretener, ideas que pudieron ser buenas y que no se expanden ni se explotan como deberían ser para seguir enriqueciendo, esta zona de confort ya la hemos visto antes junto con su infaltable discurso moral que empodera más a la mujer a manera de un chiste moderno, la importancia de la familia vuelve a estar presente una vez más y que todo se puede lograr si se tiene la voluntad de hacerlo, conceptos que ya nos han dicho de mil y un formas hasta el cansancio y que muy raras veces funciona y este no es el caso.

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Lo mismo puede decirse sobre las referencias que son una copia y recreación en algunos casos de detalles aleatorios y entrañables que abogan desesperadamente por la nostalgia, Burton utiliza los recuerdos de Beetlejuice sobre su matrimonio Delores (Monica Bellucci) como excusa para homenajear el cine de horror italiano en blanco y negro del director de cine italiano Mario Bava, esta supuesta villana con una apariencia propia del estilo que Burton ha utilizado en Catwoman de Batman Returns (1992) y en Sally de A Nightmare Before Christmas (1993) una reinvención de la novia del moderno Prometeo que no aporta absolutamente nada a la trama, la escena de la muerte de un personaje principal se cuenta de una forma estremecedora y siniestra pero astutamente hecha con el uso de la animación stop motion, es descepcionante que ninguno de estos elementos se complementa entre sí y cada uno lleva su propio ritmo, como si fueran cosas completamente diferentes.

El final de la película es cuando Beetlejuice inevitablemente vuelve a reproducir todos los éxitos de la película original haciendo de esto todo un espectáculo junto con el afán por complacer y entretener a propios y extraños en un sin sentido que resulta divertido a secas, es pretencioso pensar que de esto pueda surgir una nueva saga que lleve a estos personajes a contar nuevas historias, es estirar el chicle por otro lado con la esperanza de que funcione dejando un final abierto.

El diseño de producción de este submundo sobrenatural resulta deslumbrante, sombrío, siniestro y exquisitamente espeluznante tal cuál lo vimos en la cinta de 1988, y a pesar de pudo utilizar toda esta moderna técnica en CGI y efectos especiales la película se va más por el lado de conservar un aspecto artesanal y sencillo, el maquillaje y el vestuario hacen lo propio y de igual manera funciona con cada cosa que vemos, todo cuidado hasta el más mínimo detalle haciendo énfasis ha que han pasado casi 4 décadas.

El elenco lo conforman Michael Keaton, Winona Ryder, Catherine O’Hara, Jenna Ortega, Justin Theroux, Willem Dafoe, Danny DeVito, Jeffrey Jones y Monica Bellucci, cada uno se divierte a su manera, cada uno aporta lo que se necesita y un poco más a sus actuaciones y a su desarrollo de personajes, una fiesta para adultos en donde la trama les quedó corta lo mismo que los diálogos y sus respectivos chistes, grandes actores para una cinta que debió dar más de sí misma.

La banda sonora compuesta por Danny Elfman no nos sorprende, los acordes y las piezas son una modernización de lo que ya le habíamos escuchado antes, algo que musicalmente no suena a una secuela sino más bien a la flojera de hacer un material nuevo que tenga su propia personalidad y que siga el ritmo de la modernidad que ostenta tener, un trabajo flojo que no está a la altura de lo que se espera, las canciones son un punto y aparte, la nueva versión de  Day-O (The Banana Boat Song) era imprescindible, también participan Donna Summer, Bee Gees y Richard Marx.

En resumen, Beetlejuice Beetlejuice está muy lejos de ser una película clásica que las nuevas generaciones de adolescentes góticos puedan apreciar, es más no es ni siquiera una buena película, muy forzadamente cumple con entretener y lo logra gracias a la mancuerna que hacen Burton y Keaton, lo demás sale sobrando.

Beetlejuice Beetlejuice ya está en cines de todo el país.


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