Final Destination: Bloodlines es la crónica de una muerte no anunciada en la reinvención de una franquicia
Revivir franquicias o bien renovarlas es algo que ha estado muy de moda los últimos años, ante la ausencia de buenas ideas en Hollywood los estudios recurren a lo ya hecho para transformarlo en un entretenimiento más actual, algunas veces con muy buenos resultados y otras veces con estrepitosos y anunciados fracasos en taquilla.
Dicho lo anterior hemos tenido casos como Ghostbusters con sus desiguales entregas, Ghostbusters (2016), Ghostbusters: Afterlife (2021), Ghostbusters: Frozen Empire (2024), o el caso de James Bond con Casino Royale (2006), Quantum of Solace (2008), Skyfall (2012), Spectre (2015) y No Time to Die (2021) o las populares entregas de Mission: Impossible (1996), Mission: Impossible 2 (2000), Mission: Impossible III (2006), Mission: Impossible – Ghost Protocol (2011), Mission: Impossible – Rogue Nation (2015), Mission: Impossible – Fallout (2018), Mission: Impossible – Dead Reckoning Part One (2023) y Mission: Impossible – The Final Reckoning (2025) por mencionar solo algunas que se han mantenido vigentes hasta nuestros días.
El género de horror no es la excepción, y hay una en particular que ha sido del gusto de propios y extraños que no ha pasado de moda y se ha reinventado presentando situaciones gore, cómico/divertidas y juveniles que han dejado espacio para que nuevas generaciones sigan disfrutando de Final Destination.
A 25 años del estreno de la primera cinta creada por Jeffrey Reddick ha tenido la posibilidad de abrir un nuevo mercado para nuevas generaciones, en este 2025 llega la sexta entrega Final Destination: Bloodlines a cargo de los directores Adam Stein y Zach Lipovsky quienes con este proyecto pretenden que esta serie de películas sigan por mucho tiempo más.
¿De qué trata la película Final Destination: Bloodlines?
Acosada por una violenta pesadilla recurrente, la estudiante universitaria Stefanie (Kaitlyn Santa Juana) se dirige a casa para localizar a la única persona que podría ser capaz de romper el ciclo de muertes que están por ocurrir y salvar a su familia de algo que pareciera ser espeluznantemente inevitable, cada uno de ellos pronto se dará cuenta que no se puede engañar a la muerte.
Estamos ante un trabajo que se podría pensar que ya no daba para más desde su penúltima y forzada entrega y estábamos muy equivocados, esta saga de horror juvenil y sobrenatural se ha mantenido discreta pero eficaz en el gusto de quienes la han seguido por más de 2 décadas, un trabajo que intenta desesperadamente de sobrevivir adaptándose a la modernidad y explorando nuevos conceptos dentro de su propio contexto.
Desde el principio Final Destination ha sido un ir y venir de situaciones cómicas, irreverentes, cargadas de tensión y gore que no se toma nada muy en serio, se puede decir que lo que hemos visto hasta ahora ha sido una serie de sucesos que continúan y que al parecer seguirán dando mucho más en un futuro, que las cosas pasen por casualidad y en secuencia no ha sido sencillo de reinventar teniendo un evento que sirve como eje central para desarrollar una sub trama más compleja que involucra a casi todos los personajes de las diferentes entregas.
En la primera cinta es un avión que explota, en la segunda es un accidente de carretera, en la tercera es una montaña rusa en un parque de atracciones, en la cuarta es una carrera de autos, en la quinta es en un puente que se derrumba y en esta sexta entrega es en una torre, el eje central de todo esto es que alguno de los protagonistas tiene una premonición de lo que va a suceder, partiendo de este punto es donde todo se va desarrollando y todos encuentran su muerte de maneras sangrientas y creativas en algunos casos.
Si algo ha distinguido esta saga de todas las demás es el nivel de tensión que han manejado en cada una de ellas, una regla impuesta que cada uno de los directores y escritores han respetado a lo largo de los años, es interesante para la audiencia experimentar esa sensación de desespero en una sala de cine sin tener la menor idea de qué es lo que va a suceder y ese ha sido el elemento sorpresa más importante.
Tiene mucho sentido que una franquicia de horror como esta se vaya construyendo y a su vez deconstruyendo del resto de las demás que gira básicamente alrededor del miedo que sus personajes nos puedan transmitir, sabemos que el tiempo también es fundamental para darle el tono y nivel que se necesita en cada una de las muertes, han pasado 14 años desde que creímos que todo esto ya había dado por cerrado un ciclo que si bien fue medianamente exitoso logró ganarse un lugar en el gusto del público.
Lo que veremos en esta sexta parte sigue paso paso la estructura que las demás tienen y poniéndola al mismo nivel, sabemos que algo va a pasar y que será impresionantemente sangriento para algunos y demasiado cómico para otros y es así como funcionan estas películas, se apoyan en esa familiaridad mortal organizando una serie de trampas y casualidades cuidadosamente elaboradas dándonos el tiempo necesario para entender su construcción, involucrarnos brevemente con los personajes que están destinados a morir de maneras diversas y muy desagradables en situaciones inverosímiles con objetos ordinarios que se convierten en un eslabón de una cadena en la que nadie está ni siquiera cerca de sobrevivir.
Cada una de estas cintas nos ha mostrado un panorama muy diferente teniendo un trasfondo profundo muy a su manera y nos hacen pensar en la metafísica, las casualidades, el destino, el karma y por supuesto en la muerte de una manera más casual que se da en una elaborada reacción en cadena que va destruyendo y reconstruyendo lo que podrían hacer para librarse de esta extraña maldición que comienza con un alguien teniendo una premonición haciendo que sea y que los demás también sean las víctimas de algo inevitable, lo más acertado de esta idea es que son cosas exageradas que bien podrían pasar en la realidad.
El subtítulo de Bloodlines se construye alrededor de varias generaciones en una familia en donde uno de estos miembros tuvo una cita con su novio en 1959, que se suponía que prepararía el escenario para una propuesta de matrimonio pero todo se convirtió en un desastre que ocurre en una torre recién abierta llamada Skyview Restaurant Tower, Iris (Brec Bassinger) y su novio Paul (Max Lloyd-Jones) suben al ascensor y se dirigen al restaurante en la parte superior de la torre los cineastas cortan los primeros planos que involucran pequeños incidentes y objetos que dan una pista sobre lo que va a suceder, un descuido, una chispa, el gas y el caos total, esta premonición le permite salvar las vidas de cientos de personas que habrían caído y otras que hubieran sido quemadas vivas si Iris no hubiera alertado a las posibles víctimas.
Este hecho de desafiar a la muerte es la que lo cambia todo así como que todo esto ocurriera décadas antes de lo que sucede en las películas anteriores , es decir, esto es el “supuesto” origen de todo, después de esto todo da un giro hacia la tendencia de ser una secuela/precuela en torno a su extraña conexión con en el pasado siendo esta la trama central que sigue a la familia de Iris y es en la actualidad cuando la Muerte finalmente empieza a desencadenar todos los siguientes eventos a través de Stefani que ha estado soñando con la premonición de su antecesora e inmediatamente empieza a investigar para tratar de resolver el misterio familiar en donde se involucran otros miembros como su hermano Charlie (Teo Briones), sus primos Julia (Anna Lore), Bobby (Owen Patrick Joyner) y Erik (Richard Harmon), su tío Howard (Alex Zahara) y la tía Brenda (April Telek).
Es aquí donde las cosas se van aclarando poco a poco y entendemos cuál es el plan que tiene la Muerte con cada uno de ellos, una relación juguetona y siniestramente antagónica con aquella mujer, su abuela, la que logró escapar de su alcance décadas atrás, el hecho de poder conectar todo de una manera sencilla y clara sin dar demasiadas explicaciones de lo que sucede es una parte importante en el guión escrito por Guy Busick y Lori Evans Taylor lo que renueva todo en esta franquicia.
Podríamos discutir la trama con más a detalle y revelando parte de los artilugios que tiene la Muerte para cumplir con su misión, o del par de giros que tiene la trama que son tan divertidos y muy inteligentes o de que hay una razón por la cual Erik posee un salón de tatuajes pero esto hay que verlo para creerlo y más aún poder disfrutarlo de manera incómoda.
La cinta no se toma muchas molestias en ahondar en temas más profundos o en referencias más claras y precisas de las cintas anteriores, simplemente se deja llevar por una historia que solo hace referencias a lo que ya vimos, este mecanismo narrativo hace que entendamos que Bloodlines tiene más que ver con una tradición mortal que con eventos que se pueden dar por casualidad, arregla los desperfectos que hubo entre el supuesto final de la quinta película y aquí los potencializa para que esta meta historia siga dando más entregas.
Cada una de estas cintas son en esencia una antología de tragedias predestinadas e intercaladas con discusiones sobre el libre albedrío y el azar, sobre la vida y la muerte, cobre la fragilidad que tiene el ser humano que se unen con la idea de que si estás o fuiste marcado por la Muerte pero que de alguna manera terminas salvándote te perseguirá a ti y a todos los que están directamente relacionados contigo, sin importar cuánto tiempo le lleve localizar y eliminar a todos, aquí no hay un discurso moral o una enseñanza sobre lo que hay que hacer o no ante un suceso inevitable en la vida de todo ser vivo sobre la tierra, lo que hay es una secuencia de eventos sangrientos en donde cada decisión que se tome sea buena o sea mala tendrá consecuencias.
Sobre esto último podemos definir en qué partes es donde más se asienta esta trama y es en la simpleza que tiene en mostrar los hechos, el guión es tan simple que nos va dando sorpresa tras sorpresa y es justo aquí en donde tiene sus fallos, hay secuencias muy largas en donde no sucede nada y otras en lo que todos sucede demasiado rápido, secuencias en cortes con giros de cámara que dan una sensación más de vértigo que de suspenso, si bien sus directores Zach Lipovsky y Adam Stein tratan de llevar todo en una secuencia lineal y lógica en los eventos pareciera a ratos que uno dirige unas muertes y el otro las demás de manera intercalada, cada una de ellas pretende tener un momento propio y único que es lo que hace que a momentos se pierda el ritmo.
Otro de sus mayores fallos está en el hecho de que hay secuencias que fueron presentadas en los primeros avances que no aparecen como parte de una secuencia dentro de la cinta, como elemento publicitario no funciona y se siente más como un engaño a la audiencia que como lo que pretende ser, si esto fuera solo una secuencia de presentación podría ser entendible pero abiertamente se nota que son escenas que cortaron de la edición final lo que hace que en algunas escenas se note y se sienta que algo falta y se vuelva a perder el ritmo y la secuencia narrativa.
El mayor acierto que tiene es que la película es que nos permite como audiencia profundizar más en todo ese trabajo técnico que se hizo para recrear el peligro que podemos sentir junto con cada uno de los personajes, del mismo modo, tenemos aquí una serie de efectos especiales y una fotografía en su primera secuencia que son espectaculares que sirve sólo como un gancho para lo que veremos en secuencia, el uso del CGI no está tan cuidado y detallado pero cumple con estar a la altura de lo que se necesita, el hecho de que esto se equilibre con la trama y los efectos de sonido son los que crean esa tensión a la que la misma cinta nos somete.
Su final nos deja muy claro que esta es la primera entrega de lo que podrían ser una serie de secuelas que se interconectan pero que a la vez sean de manera independiente, un giro que puede hacer que esta franquicia se pueda renovar a manera de pequeñas trilogías que cuenten una historia y así sucesivamente, una idea que más que ser novedosa pone a este género en otro punto, cada una puede ser en la actualidad o en el pasado o en el punto en el que la trama lo necesite o se le dé la gana sin que con esto se altere todo lo que se ha hecho.
El elenco lo conforman, Kaitlyn Santa Juana, Teo Briones, Richard Harmon, Owen Patrick Joyner, Rya Kihlstedt, Anna Lore, Brec Bassinger y el gran Tony Todd quienes hacen de estos personajes algo que no es ni mínimamente entrañable pero que entienden cuál es el concepto de todo esto, cabe destacar que Todd como actor y nada ajeno al género que nos ocupa hace aquí su última aparición antes de fallecer en noviembre de 2024, y es quien interpretó al propietario de una funeraria que ha servido como una guía en toda esta serie de películas y que es el personaje que sabe todo lo que está pasando el resultado de su actuación no es solo una despedida digna para el personaje y el hombre que lo interpretó, sino uno de sus mejores trabajos, lo vemos ya más demacrado y cansado pero dándolo lo que es inspirador y conmovedor, Todd era un profesional que quería darnos una última emoción antes de irse, y vaya que lo hizo.
La música compuesta por Tim Wynn hace una recreación de los temas anteriores con un toque más moderno en cada pieza, una secuencia de sonidos que está a la par de lo que vemos en pantalla con notas suaves que van de repente a lo estruendoso y que funciona perfectamente bien en esta cinta.
Sobre Final Destination se pueden decir muchas cosas, que las tramas son pendejas, que las secuencias son exageradas y muy poco creíbles, que los actores son desechables y nada importantes, que los personajes no tienen la más mínima estructura, que los directores se toman demasiadas libertades creativas pero lo cierto y lo real es que hasta hoy ha sido una de las mejores franquicias en el género de horror juvenil y este es un regreso que no solo complace a sus más fieles seguidores sino que también está dirigida a una audiencia completamente nueva.
En conclusión, Final Destination: Bloodlines es de estas películas absolutamente absurdas y sin poco sentido pero que aún después de 25 años siguen vigentes y que aún pueden dar para mucho más cuando pareciera que lo han dado todo, cintas que con poco han hecho mucho gracias a una variedad de directores, guionistas y actores, este es un comienzo ingenioso, irreverente, cínico y grotesco de algo que cada vez puede ser mejor.
Final Destination: Bloodlines ya está de estreno en salas cinematográficas de México.
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