Los estudios Disney han sobreexplotado sus trabajos en live action sobre clásicos animados, es de reconocer que las intenciones han sido buenas aunque los resultados dejan mucho que desear, esto ha causado polémica entre propios y extraños, mientras que a unos les gusta otros prefieren quedarse con lo ya visto.
Jungle Book (2016), Dumbo (2017), Aladdin (2019), The Lion King (2019), Mulan (2020) y Pinocchio (2022) entre otras han logrado un éxito muy mesurado, es de reconocer que el nivel de producción que tienen algunas es poco menos que impecable reinventando estos clásicos para nuevas generaciones.
En este 2023 y luego de estar rodeada de mucha más polémica al fin llega The Little Mermaid, una nueva adaptación en este formato que toma como base la cinta animada de 1989 con algunos cambios muy significativos que intenta hacer de esto algo más moderno.
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Ariel (Halle Bailey) es una joven y soñadora sirena hija del Rey Tritón (Javier Bardem), que está cansada de su vida como princesa su mayor deseo es abandonar el fondo marino y tener una vida normal y apacible en la superficie como humana, para lograr que su sueño se haga realidad recurre a la bruja del mar Úrsula (Melissa McCarthy) que está dispuesta a concederle lo que pide a cambio de su preciosa voz le ofrece un cuerpo humano, la ingenua chica acepta motivada por su pasión de conocer el mundo terrestre y porque está enamorada de un apuesto príncipe, pero las cosas no serán fáciles para ella, sin voz tendrá que lograr que él se enamore de ella o las consecuencias serán terribles para todo el reino al que pertenece.
Es interesante cómo esta fórmula de los estudios Disney ya está demasiado gastada desde hace años, el afán que tienen por competir con otros estudios hacen que este tipo de producciones carezcan de calidad porque por muy moderno e inclusivo que sea la historia ya nos la sabemos y el cine no necesita que estos clásicos animados tengan una reestructuración, lo que como audiencia necesitamos son buenas historias que estén bien contadas en proyectos más originales y nuevos.
Todo esto empezó así, cuando se dio a conocer el elenco y a su protagonista las cosas no pintaban nada bien, una actriz que nada tiene que ver con su contraparte animada encarnaría a esta encantadora sirena, los cambios en la historia y en la estética de sus personajes llevaron a este proyecto a ser uno de los más esperados pero no por su contenido sino por la polémica que la ha rodeado desde entonces.
Es de esperarse que los estudios en cuestión busquen atraer a nuevas generaciones y seguir manteniendo el interés en los que ya los siguen desde hace décadas, con esto se pretende que haya películas y programas para todo público aunque esto no tenga la calidad que por años mantuvieron y los hizo acreedores a grandes premios.
Es inevitable no hacer las debidas comparaciones entre estas 2 cintas, por un lado tenemos que la versión animada tiene cambios en su adaptación del material original escrito por Hans Christian Andersen en 1837 que la hacen visualmente atractiva, Disney cambia su final para hacerlo más feliz y construir toda una franquicia con secuelas y precuelas como son The Little Mermaid TV series (1989), The Little Mermaid II: Return to the Sea (2000), The Little Mermaid: Ariel’s Beginning (2008), The Little Mermaid: Broadway musical (2008), Disney comics Little Mermaid (1992) y por supuesto una extensa línea de productos que incluye muñecas coleccionables, camisetas, posters, cuadernos, mochilas, disfraces, etc.
El éxito obtenido desde 1989 ha mantenido a estos personajes vigentes en el gusto del público infantil que se siente más que atraído por esta línea de princesas Disney, la música es un caso aparte, su banda sonora también ha tenido remasterizaciones incluyendo nuevos temas musicales, The Little Mermaid fue seleccionada en el 2022 para su conservación en el Registro Nacional de Cine por la Biblioteca del Congreso por ser cultural, histórica y estéticamente significativa de toda una generación en el Renacimiento de Disney como estudio de animación convirtiéndose en la primera película de esa era.
Por lo anterior podemos decir que este remake es completamente innecesario pero que pretende llevar un mensaje más concreto que la anterior, hablando en su discurso sobre la tolerancia, la inclusión, el respeto a la ecología marina, a empoderar más a la mujer, los valores de la amistad, el amor y la familia ya muy cliché en nuestros tiempos pero que puede funcionar si le ponemos otro nombre y le quitamos las canciones.
Los resultados en este tipo de producciones son muy desiguales, los estudios están muy cómodos en su zona de confort de que en lugar de producir contenido original se van a lo seguro con algo que ya tuvo éxito pero contado de una manera ligeramente diferente, de todas esas producciones que van de regulares a malas ésta es la menos peor de todas, el guión escrito por David Magee intenta desesperadamente mantenerse fiel a la esencia del original de 1989 al mismo tiempo que trata de expandir su historia y desarrollar a los personajes de manera diferente haciéndola políticamente más correcta cambiando orígenes y secuencias como por ejemplo, que aquí Úrsula es hermana de Tritón o de que el Príncipe Erick es adoptado o que la protagonista tenga un color de piel diferente justificándose con el hecho de que cada hermana pertenece a uno de los 7 mares. O aquella secuencia musical animada Les Poissons interpretada magistralmente por René Auberjonois en donde Sebastian lucha contra un demente chef que quiere cocinarlo, eso aquí fue removido y sustituido por una nueva canción que interpreta el Príncipe Erick (Jonah Hauer-King) Wild Uncharted Waters que aporta absolutamente nada a la trama.
Cambios en la trama como el antes mencionado solo sirven como pretexto para alargar el tiempo de ejecución en pantalla y justificar su alto presupuesto, así como personajes nuevos como la reina Selina (Noma Dumezweni) madre adoptiva del Príncipe, Lashana (Martina Laird) una de las mucamas del castillo que tienen una aparición limitada de la que no se necesita explicación, solo están al servicio de la trama.
Los efectos especiales y ambientación dejan mucho que desear, si bien tiene escenas submarinas muy bien filmadas hay otras en las que el uso del CGI es muy evidente y rompe con la estética audiovisual y nos saca por momentos de la experiencia, los entornos se ven muy limitados y no logra captar esa magnificencia y amplitud de lo que son las profundidades del mar, el diseño de los personajes está muy poco cuidado, vemos a diferentes sirenas y tritones en paletas de colores diferentes pareciera que todos son de diferentes especies, tampoco hay justificación y explicación de que existe marcadamente una rivalidad entre sirenos y humanos los odian simplemente porque sí mientras que los humanos creen que son ellos los causantes de los naufragios y no logran ponerse de acuerdo en un común denominador que haga que la trama sea coherente, ya no hablemos de que sea medianamente realista en su propio contexto, estamos ante un mundo fantástico que lucha por no querer serlo y pretender ser lo más realista posible.
Los animales marinos que hablan bien pudieron tener una estética diferente y una construcción y desarrollo más amigable, en el caso de Sebastian (Daveed Diggs) y Scuttle (Awkwafina) que aquí es un personaje femenino no rayan tanto en lo chocante como Flounder (Jacob Tremblay) que tiene un pésimo diseño que más que enternecer horroriza, es difícil simpatizar con estos personajes cuando conocemos la calidez de los originales y el peso que tienen en la trama, aquí eso se pierde por completo.
Los protagonistas Ariel y Erick tienen cero química romántica en pantalla, si bien cada uno hace lo que puede con lo que tiene esto no es suficiente para sostener un romance que viene de la nada, en este caso cada uno actúa con base en lo que parecen ser partes diferentes de una trama central y que se tienen que enamorar pues porque sí, no hay un desarrollo concreto y sus motivaciones no son lo suficientemente fuertes para sostener 3 actos en los 135 minutos que dura la película, el fallo más grande que tiene es que le falta toda esa espectacularidad y brillantez que haga homenaje al clásico animado y queda muy por debajo de cualquier expectativa.
Hay que reconocer que el mejor trabajo se lo lleva la antagonista, Melissa McCarthy como Úrsula, verla en pantalla con su cuerpo de pulpo y la perfecta coordinación en CGI de sus tentáculos es una delicia, la canción Poor Unfortunate Souls es más al estilo de los musicales de Broadway logra ser de lo mejor dentro de la cinta que si bien no hace honor a la versión original interpretada por Pat Carroll si tiene todo lo que necesita de manera limitada para ser un buen musical.
Lo mismo que su final, todo parece y se siente tan apresurado que quieren terminar con todo lo antes posible y pasar a otra cosa, los musicales son planos, no tienen la espectacularidad que Disney pone en cada una de sus producciones, Under the Sea interpretada por Daveed Diggs & Cast está solo por estar y aquí podemos pensar, Disney que es experta en musicales y que por ello has obtenido grandes premios no solo nos des algo de relleno, hazlo bien carajo! De nada sirve que haya buenas voces si las adaptaciones con nuevos arreglos no son lo suficientemente buenas para hacerlo espectacular.
Esta versión de un clásico trata profundizar en la valentía y el gran corazón que tiene Ariel, entendemos que al ser de un mundo marino no conoce las costumbres de los humanos en la superficie lo que causa situaciones cómicas forzadas como el aprender a caminar, usar vestido y zapatos o al descubrir el nuevo entorno, el no saber expresarse con señas aunque en ambos casos hablen en inglés le resta credibilidad a su personaje que solo espera que el príncipe se fije en ella, rompa el hechizo y sean felices para siempre, un cliché muy mal llevado de lo que es la base de los cuentos de hadas.
Rob Marshall como director ciertamente está completamente limitado en lo que sabe hacer muy bien, recordemos que fue nominado a un Premio de la Academia por Chicago (2002), la dirección de movimientos bajo el agua se ven planos y artificiales al tratar de crear una sensación inmersiva donde los personajes se mueven en 3 dimensiones, y regresamos al punto en dónde si ya se tiene a un equipo con un excelente director de películas musicales y coreógrafo que pudo hacer de esto un derroche de espectacularidad que tuviera su propia personalidad alejada de comparaciones para ser del disfrute de chicos y grandes, de viejas y nuevas generaciones por qué no aprovecharlo carajo, y en vez de eso dar un resultado mediocre que solo cumple con la ambición de unos estudios por querer mantenerse en la cima cuando ni cuenta se han dado que esto no va a funcionar a largo plazo como pretenden.
El elenco cuenta con las actuaciones de Halle Bailey, Jonah Hauer-King, Daveed Diggs, Awkwafina, Jacob Tremblay, Noma Dumezweni, Art Malik, Javier Bardem y Melissa McCarthy quienes hacen lo que pueden con lo que tienen entregando lo mejor que tienen y que podría haber sido mucho más espectacular de no ser por una dirección a la que le falta sustancia.
La música compuesta por Alan Menken refresca las piezas de 1989 dándoles un tono más moderno y hasta caribeño muy acorde con lo que se espera pero que lamentablemente su score fuera de las canciones queda muy por encima en las escenas audiovisuales como un trabajo independiente de la propia cinta.
En conclusión, Ya no hay más que decir sobre The Little Mermaid, es un trabajo mediocre que solo cumple con entretener sin honrar ni aportar absolutamente nada al género que la ocupa y se queda entre lo que es y lo que pudo ser si no fuera un trabajo completamente innecesario.
The Little Mermaid ya está disponible en Disney Plus.
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