No hay nada que refleje más el desprecio hacia la estabilidad laboral como la imagen “memetizada” (no mimetizada) del Godínez o Godín, como han querido singularizarlo. Y es que entre las aspiraciones de todo chico millenial o de generación posterior, no debería estar ser empleado de alguien si atendemos a las expectativas que los medios siembran.
Es bien cierto que la recompensa de los emprendedores son más grandes, pero también los riesgos y sobretodo la imperiosa necesidad de convivir con la frustración frente a una generación no muestra altos grados de resiliencia.
Oímos todos los días de jóvenes asombrosos, pero debemos aceptar que son apenas un puñado. Entonces suena siniestro convencer a cada uno de que se es único y especial, y que sus ideas valen oro, cuando finalmente tendrán que emplearse de 9 a 6, o a veces sin horario en algo que odian.
El más reciente esfuerzo es de Netflix, que a través de la serie de comedia Girlboss que se estrenó esta semana en la plataforma, abona y no a esta visión romántica de un mundo de microempresarios.
Situada en 2006 en San Francisco, Girlboss nos cuenta la historia de Sophia Amoruso. Sophia tiene 23 años y ninguna meta en la vida, hasta que un buen día se topa con una chamarra única en una tienda de segunda mano y la compra por un precio ridículo. Nuestra protagonista había recibido el anuncio de desalojo de su departamento y había perdido su trabajo, entonces decide vender la gloriosa prenda en eBay y al multiplicar su inversión más de 50 veces, decide que ese será su nuevo modo de vida.
Girlboss está inspirada en las memorias de la verdadera Sophia, que llegó a tener un negocio que facturaba arriba de cien millones de dólares al año.
La serie está contada con un dejo de cinismo que pega muy bien con el estilo de la generación, pero a la vez las situaciones aunque están inspiradas en hechos de la vida real seguramente fueron simplificadas de manera que suenen inverosímiles y como decía, es una visión romántica del éxito instantáneo pero este sentido de irrealidad es lo que se rescata, no sólo es divertida sino que enfrenta de manera crítica la solución del autoempleo.
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