Hace algunos años, seguramente te topaste con algún capítulo de Will & Grace durante el consabido zapping del fin de semana. Si no fuera así, al menos deberías saber que se trata de una sitcom que se transmitió entre 1998 y 2005, y que el año pasado regresó en un clip en el que invitaba a los estadounidenses a votar previendo el retroceso para los derechos civiles que podría significar lo que después sabemos todos que pasó.
El caso es que hace dos semanas, después de 12 años se estrenó la nueva temporada de está serie en un escenario totalmente distinto no sólo al que se estrenó hace casi 20 años, en el que era impensable tener personajes homosexuales como protagonistas, pero también muy distinto al panorama de 2005.
Will & Grace fue la primera vez que se retrataba personajes en este espectro de la diversidad sexual que no se disculpaban por ser lo que eran, que además no estaban en un contexto aleccionador o moralista, y que además tenían la suficiente seguridad para burlarse de sí mismos. Sin duda representó no sólo un hito en la televisión sino que podría estudiarse su contribución a la evolución del pensamiento en materia de aceptación de las diferencias en muchas partes del mundo – aunque por supuesto, siempre que hay un avance las fuerzas retrógradas también se fortalecen.
La invitación es a acercarse a estos nuevos capítulos que aunque es una continuación de la historia de los personajes, no los retoma donde los dejamos hace más de una década. Es hilarante y desacomplejada, pero sobre todo coherente porque se ubica en la realidad actual, trayendo al día de hoy a sus personajes con las situaciones que vivirían de acuerdo a su edad y contexto, sin dejar de lado el tipo de humor que nos acostumbraron con sus 8 temporadas previas.
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