Las biopics basadas en la vida de alguna celebridad han estado muy de moda en cine, libros y series de televisión, esto causa expectación y morbo entre propios y extraños teniendo estas historias que van desde lo interesante y oscuro hasta lo fantasioso y poco realista.
El mundo del automovilismo elite es un tema aparte, de acuerdo con los libros de historia en este rubro el nacimiento de automóvil como tal se toma la fecha del 29 de enero de 1886, día en el que Carl Benz patentó su vehículo motorizado a gasolina con tres ruedas.
Después de esto han sido muchos los que han presentado y revolucionado la industria como un medio de transporte efectivo y económico pero hay otros que son de una gama alta entre los que se encuentran Rolls Royce, Lamborghini, Porsche, DMC y Ferrari, autos de lujo que van desde ser series limitadas hasta piezas clásicas únicas .
Los automóviles Ferrari han estado presentes en el mundo del entretenimiento siendo los más populares el Red Ferrari 308 GTS usado en la serie de televisión Magnum P.I. protagonizada por el actor Tom Selleck (1980-1988) o el Ferrari 365 GTB/4 Daytona y el Testarossa Blanco que fueron la delicia de propios y extraños.
Ferrari se ha destacado por tener un emblema muy particular, un caballo que se alza sobre sus patas traseras, símbolo que era parte del escudo de la familia Baracca y que también ha sido usado en la Scuderia Ferrari en su división deportiva de automóviles encargada de las competiciones de automovilismo en Fórmula 1.
En este 2024 el director Michael Mann lleva a la pantalla grande la tortuosa vida del italiano Enzo Ferrari ex piloto de carreras y empresario del automovilismo italiano y fundador del Gran Premio de la Scuderia y marca que lleva su apellido.
¿De qué trata la película?
Durante el verano de 1957, detrás del espectáculo de la Fórmula 1 el ex piloto Enzo Ferrari (Adam Driver) está en crisis y a punto de quedar en quiebra su empresa automotriz que construyó junto con su esposa Laura (Penélope Cruz) este matrimonio también ha sido afectado por la pérdida de su hijo Dino y el reconocimiento de Piero (Giuseppe Festinese) un hijo nacido fuera del matrimonio y concebido con Lina Lardi (Shailene Woodley), Enzo deberá enfrentar la presión financiera para aumentar la productividad lo que significa ir en contra de su antiguo deseo de producir solo autos de carreras y entrar en un terreno más comercial aunado a esto están sus pilotos que desean ganar la difícil carrera de 1000 millas a través de Italia, un suceso que los pondrá al límite entre en triunfo y el fracaso.
La idea de llevar a la pantalla grande la vida de un hombre que diseñó y empezó de la nada un emporio que dura hasta nuestros días es interesante de ver, un tema que en su tiempo fue polémico y que puso a este personaje histórico en el ojo del huracán no por sus creaciones sino por sus escándalos que en la italia de los años 50’s representaba ir en contra de todo lo establecido por una sociedad conservadora y purista.
No hay duda que la elección de Michael Mann (The Last of the Mohicans – 1992) como director de esta cinta ha sido de lo más acertado, ha estado explorado de forma convincente y sin adornos innecesarios la personalidad de hombres desafiantes que han logrado tener éxito y más cuando se trata de revelar las imperfecciones de Enzo Ferrari, un hombre que estaba dispuesto a no dejarse vencer ni perder lo que hasta en ese momento había construído.
La polémica que causaban sus vehículos en las carreras en las que participaban era obtener el trofeo ganador y mantener el récord de velocidad que ponía a otros en peligro o las especificaciones de los automotores que supervisaba y actualizaba constantemente para obtener medio segundo extra de ventaja sobre los demás competidores, la imagen que este director pretende mostrarnos es la de un ser humano insatisfecho con lo que tiene y con la idea de poder hacer cada vez algo mejor para superarse a sí mismo y de que algo está mal en su ambición y sed de poder que eventualmente lo conducirá a vivir en carne propia una tragedia personal y un inimaginable dolor.
Es igualmente interesante como esta cinta pasa de ser algo biográfico a un drama profundo sobre un hombre al que le es muy difícil mantener el rumbo de su vida haciendo hasta lo imposible y lo que no está permitido para resolver de la mejor manera sus problemas personales y profesionales, un enfoque que va directo a ser un desastre y que logra salvarse por su ingenio y su destreza.
Como suele ser en las películas de este director, la presión emocional a la que somete a sus personajes está más allá de lo que cualquier ser humano en promedio podría enfrentar, un punto en el que no sabemos en dónde termina la realidad y empieza la ficción, aquí vemos como Ferrari intenta conservar el afecto que siente por las dos mujeres más importantes en su vida por un lado su esposa Laura y por el otro a su amante Lina con quien ha tenido un hijo no reconocido, esto está a la par de que sabemos que recientemente ha perdido al hijo que tuvo con Laura lo que genera que este matrimonio cada día esté separándose más.
La cinta nos ubica en 1957 cuando el personaje principal se acerca ya los 60 años y lucha por mantener el control sobre una industria que cada día es más competitiva, para unos es un héroe y para otros solo un fanfarrón más que quiere sobresalir a costa de todo, la película comienza con un esfuerzo por superar un récord de velocidad, algo que Ferrari sabe que podría traer graves consecuencias para su empresa que está al borde de la quiebra, que está centrada solo en los autos deportivos y no en la producción de vehículos comerciales que puedan venderse para mantenerse dentro del negocio.
Básicamente la historia se centra en un hombre mayor que considera su propio legado después de perder a su heredero, el tener un hijo fuera de su matrimonio al que no puede reconocer públicamente, y tomar la difícil decisión de salvar su empresa o salvar su matrimonio, Ferrari es presentado como un hombre complejo con una vida tortuosa, llena de complejos, contradicciones y de inseguridades, un hombre que a menudo se lamenta la pérdida de su hijo y el desinterés por su esposa que la ve más como una compañera, un hombre que trata de asumir la responsabilidad de sus decisiones y de sus actos, de la muerte de su hijo, un hombre austero y rígido incapaz de hacer nada más allá de lo que representa tener egoístamente un éxito propio.
En los primeros 25 minutos nos establecen la historia y a sus personajes y sobre esto se van desarrollando las sub tramas como son las carreras de autos, su infidelidad, la muerte, y de cómo mantener un legado que apenas comenzaba, todo en un tono dramático que se va transformando en algo más novelesco que biográfico, entendemos de primera mano cuáles son los intereses de Ferrari y cuáles los de su esposa y su amante y todo queda en un triángulo semi amoroso en el que es muy adivinable saber que no habrá un ganador.
El guión escrito por Troy Kennedy Martin se toma muchas libertades en cuanto al desarrollo de un personaje que pretende ser polémico y sensible a la vez pero que tiene grandes aspiraciones y que sufre de una constante lucha con el mismo entre lo que debe y lo que puede hacer, entre lo que está permitido y lo que no, entre ser un hombre de éxito o fracasar en el intento y que no está preparado para ninguna de estas cosas, se centra demasiado en el drama y no explora a detalle toda la creatividad que tuvo para diseñar, planear, modificar y desarrollar estos impresionantes vehículos, su mayor fallo está en querer ser más dramática que biográfica dejando fuera todo aspecto técnico.
La cinta es emocionante en muy pocos momentos y falla en lo que se supone debería ser un tercer acto emocionante en donde vemos las impresionantes tomas que hace Mann de la carrera llevándola a un punto en el que como espectadores nos sitúa más dentro de una película de acción, es lamentable que teniendo una experiencia cinematográfica diferente esto último no alcance a tener un cierre emocionante y se quede solo en un intento por mostrar lo difícil que puede ser romper un récord de velocidad y ganar un trofeo, su discurso moral va enfocado a la importancia de la familia, el amor y el apego, el esfuerzo por triunfar pero esto se diluye y pierde credibilidad e importancia ante temas como que no importa competir sino ganar, es más importante el éxito financiero que todo lo demás, algo que está presente y muy constante.
Los 3 actos que conforman este trabajo se sienten desequilibrados, el primero es más lento al ubicarnos quién es quién, el segundo presenta conflictos de pareja y empresariales y para el tercero lo que queremos ver son estos autos en todo su esplendor para que concluya con datos interesantes de cómo ha evolucionado y se ha transformado también en una línea comercial de gama alta con diseños innovadores que son ya un clásico dentro del mundo del automovilismo y una marca que es ícono hasta nuestros días y eso no sucede.
La cinta se vuelve torpe en su narrativa, se pierde demasiado tiempo en detalles que no son relevantes y que para su final se siente apresurada en tratar de cerrar todas las sub tramas de una manera convincente que nos deje satisfechos, es de mencionarse que hacer un trabajo que requiere de demasiadas tomas dinámicas en exteriores es difícil y se apoya mucho en el uso del CGI para poder dar más dinamismo a la carrera, algo que se ve y se siente falso pero que pretende ser espectacular.
El diseño de producción trata desesperadamente de recrear la década de los 50 con todo el glamour europeo y que a momentos esto se diluye con el vestuario que parece estar fuera de tiempo y no logra tener un equilibrio convincente entre lo clásico y lo moderno, una mezcla de ideas y modas que caen más en lo ficticio que en lo real.
Es de reconocer que uno de los puntos más fuertes de la cinta en cuanto a lo visual es la fotografía Erik Messerschmidt quien junto con Mann y el editor Pietro Scalia dan un nuevo concepto al drama así como a las escenas de carreras, un aporte que pudo ser más interesante y que se queda solo como algo digno que mantiene a una cinta que desde la segunda mitad ya perdió ritmo e interés.
El elenco lo conforman Adam Driver, Penélope Cruz, Shailene Woodley, Sarah Gadon, Gabriel Leone, Jack O’Connell y Patrick Dempsey, buenos actores que tienen actuaciones y desarrollo de personajes muy desiguales, mientras que Driver es exagerado Cruz es más centrada y a ratos es el soporte de una historia que no es la suya, lo mismo sucede con los diálogos que en momentos se sienten exagerados e innecesarios y en otros con pocas palabras dicen demasiado.
La música compuesta por el británico Daniel Pemberton tiene piezas que abogan mucho por la nostalgia italiana de los años 50´s y otras que suenan demasiado modernas y fuera del tiempo en el que transcurren los hechos, un trabajo que por separado puede ser muy disfrutable pero que tiene problemas al momento de ubicarnos en algún momento específico de la historia.
En resumen, Ferrari como película compleja con un tema muy simple, como drama funciona mejor que como una biopic, si lo que se busca con esto es tener un panorama más amplio de lo que este hombre aportó a la industria automotriz europea y mundial aquí no lo encontraremos, es un trabajo limpio que audiovisualmente pudo ser mejor si no tuviera el apellido Ferrari que nos vende algo muy distinto a lo que suponemos que sería, una película que logra salir avante y llegar a la meta con mucho esfuerzo que al final aporta muy poco y entretiene más.
Ferrari ya está de estreno en salas cinematográficas de nuestro país.
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