Reseña de Venom: Let There Be Carnage, es una secuela modesta y entretenida
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Reseña de Venom: Let There Be Carnage, es una secuela modesta y entretenida

No cabe duda que desde que Marvel Comics se fundó en 1939 bajo el título de Timely Comics muchas cosas han pasado desde entonces, hemos visto la evolución de personajes que se han vuelto entrañables, estudiantes, millonarios, mutantes, Dioses, todos ellos con características y habilidades diferentes han salvado el mundo en innumerables ocasiones.

Los villanos son un punto y aparte en todo esto, cada uno ha tenido su tiempo y momento, cuando la idea original de Randy Schueller y David Michelinie, con el diseño de Mike Zeck y el aspecto creado por Todd McFarlane para Venom en 1988 superó las expectativas y rápidamente se volvió en el villano icónico y moderno de Spider-Man en los cómics.

Con un aspecto aterrador que nos evocaba a la parte más oscura del héroe arácnido, esta contraparte hizo su debut en pantalla grande en Spider-Man 3 (2007) con el director Sam Raimi no siendo del agrado de todos, en 2018 su película en solitario sorprendió a propios y extraños al no formar parte del MCU y alejándose completamente de este universo.

Después de muchos problemas y retrasos en su estreno por la situación mundial actual, por fin Venom: Let There Be Carnage llega en este 2021 a las salas cinematográficas.

¿De qué va la película?

18 meses después de los eventos de la primera cinta, Eddy Brook (Tom Hardy) está tratando de rehacer su vida y de ubicarse en un lugar de la sociedad en compañía del simbionte, Venom, llamándose así mismos un lethal protector para la sociedad, cuando el asesino y criminal Kletus Casady es condenado a muerte algo dentro de él cobrará vida para iniciar con esto una venganza personal y el rescate de la mujer que ama dejando un caos a su paso.

Hablar de esta cinta sin tener una dosis de fan service que complazca a los más exigentes es difícil, de hecho muy difícil, por un lado porque la primera cinta plantea que no es necesario tener al icónico Spider-Man para soportar un trabajo de este tamaño, por otro lado si bien este primer trabajo se desarrolló bien en esta secuela podemos apreciar mejor el desarrollo de los personajes, sus motivaciones, sus acciones y sus resoluciones, pero sigue faltando ese elemento básico que cuadre con todo.

La historia que aquí se pretende contar no está del todo basada en un cómic, es una mezcla de muchas cosas que podrían tener un sin sentido, Eddie tiene ahora la oportunidad de ubicarse nuevamente en el periodismo de San Francisco cuando se le asigna el caso del asesino convicto Cletus Kasady quien es a punto de ser ejecutado para que averigue en dónde están los demás cuerpos de sus víctimas, cuando lo descubre puede haber justicia y tranquilidad para sus familias lo que condena directamente a la sentencia de muerte de Kasady.

Es evidente que aquí el origen que todos conocemos no fue tomado en cuenta y tras el enfrentamiento entre este periodista y el convicto parte de la sangre y del simbionte quedan en Kasady, siguiendo la regla planteada en la primer película debe haber una fusión entre el simbionte alien y su portador, cosa que aquí sucede a medias y de una manera que si bien es espectacular no es del todo convincente.

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Lo que vemos es una versión muy nueva y diferente de este villano, la transformación de Cletus en Carnage en color rojo es más grande, más feroz y más peligroso que el mismo Venom, tras saber esto lo que esperamos es que haya mucha acción, referencias de otros personajes, un enfrentamiento muy digno con mucha más acción y que nos deje un final abierto a seguir con estos personajes en futuras entregas pero eso no sucede de esta manera.

Durante los primera media hora se centra en la extraña relación entre Eddie Brock y Venom, sus constantes discusiones más allá de ser interesantes o entretenidas son aburridas porque no es necesario que nos cuenten a cada momento que el simbionte no está agusto con su huésped y viceversa, lo que se intenta lograr con esto es un efecto cómico que muy pronto se pierde porque este alien no solo quiere ser un vengador anónimo que acecha en las sombras, sino que también quiere alimentarse de los cerebros de aquellos a quienes considera villanos, pero como esta cinta es dirigida también a un público menor se debe de justificar esta acción con una aún peor y es que, devora pollos y gallinas o en un caso extremo con chocolates, hasta este punto podemos deducir por dónde irán las cosas y adivinar cada cosa que viene después.

 

El guión escrito por Kelly Marcel y Tom Hardy carece de lo esencial para ser una cinta que lleve a estos personajes a un nivel maravilloso en el que los veamos en todo su esplendor aún más que en las viñetas de los cómics, con todo este recurso moderno que hay hoy en día y la aplicación de un CGI que ayude a los efectos visuales a hacer que las cosas se vean y se sientan reales, con texturas más cuidadas, con movimientos inverosímiles pero emocionantes, en cambio lo que vemos aquí es a un esperadísimo Carnage muy poco convincente, nunca hay un momento o secuencia en el que veamos que el personaje de Cletus Kasady se maraville y se regocije de sus nuevas y mortales habilidades, tampoco vemos esa carnicería que se nos había prometido en la escena post créditos de la primera parte.

Todo lo que aquí sucede trata de ser desesperadamente justificado de una manera en la que parezca casualidad, la primer cosa que hace este villano es rescatar al amor de su vida, una mutante llamada Frances Barrison alias Shriek (Naomie Harris) con habilidades vocales que milagrosa y casualmente pueden debilitar a Venom y Carnage, relación que no es ni medianamente interesante, aunque cuentan a manera de flashback como ha sido no logra engancharnos, no hay una química entre ellos que nos convenza de que esta acción de reunirse con ella sea por un retorcido sentimiento y no para prepararnos para lo que veremos al final.

El punto a favor que tiene sobre su antecesora es que la película se siente mucho más cómoda, el director Andy Serkis (Mowgli) carece de esa visión que se necesita para dar vida a una historia con estos personajes, la ayuda del director de fotografía Robert Richardson es vital en este proyecto para que el resultado sea una película basada en personajes de cómic que tenga una personalidad visualmente más atractiva que tome su lugar fuera de las viñetas y nos olvidemos de ellas por 90 minutos, y tratemos de entender que en este nuevo mundo las cosas se plantean de manera diferente, que bajo este contexto estos personajes puedan coexistir con sus propias reglas.

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Su final y la resolución de todo es de lo más predecible, no hay una batalla que podamos ver a detalle, es muy cómodo ese manejo de escenas nocturnas y rápidas para justificar una mala dirección, nada de esto emociona ni sorprende, como espectadores esperamos ver algo más concreto y no a medias, algo más apegado a lo que conocemos desde otro punto de vista y perspectiva que represente dignamente una lucha que se da entre antagonistas.

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Su escena post créditos nos da un adelanto de lo que podemos esperar de este personaje en el futuro, solo esperamos que lo que se vaya a hacer sea extraordinariamente convincente y de alguna manera redima lo que se ha hecho hasta ahora con su primera parte y con esta secuela y lo ponga a la altura de los mejores.

El elenco cuenta con Tom Hardy, Woody Harrelson, Michelle Williams, Reid Scott y Naomie Harris quienes tienen un buen desempeño pero el guión con sus diálogos no les permite encarnar a estos personajes de manera más convincente, lo que hacen es bueno pero no es suficiente para el nivel que se necesita, Harrelson destaca de entre todos porque ya antes ha interpretado papeles similares y aunque su tiempo en pantalla es limitado, se convierte en el perfecto antagonista.

Marco Beltrami como compositor musical sabe muy bien cómo darle emoción a las escenas de acción, su experiencia en cintas de ciencia ficción y acción como I,Robot (2004) y The Wolverine (2013) lo pone en un lugar privilegiado y cómodo con este tipo de trabajos.

En conclusión, esta es una secuela modesta y entretenida, una rareza que se puede soportar así misma pero que sigue careciendo de esa emoción que leímos en los comics en la década de los 90’s, una película que funciona bien bajo sus propios términos pero que nos queda a deber una historia más adulta con personajes más concretos y mejor elaborados.

Venom: Let There Be Carnage ya se encuentra disponible en las salas cinematográficas de todo el país.


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