Puede que llegue un poco tarde esta recomendación pero si no has tenido la oportunidad, no te has enterado o decidido a ver American Crime Story, que en su primer temporada nos relata el juicio penal que enfrentó O J Simpson cuando fue acusado de haber asesinado a su ex esposa Nicole Brown y Ronald Goldman.
Esta miniserie – o limited series como le llaman ahora – que no tiene desperdicio y cuenta entre sus productores ejecutivos con Ryan Murphy y Brad Falchuck, los artífices detrás de American Horror Story, Glee y Nip/Tuck (sólo Murphy). Y por si fuera poco, ganadora de dos Golden Globes (Mejor miniserie o película para televisión, y Mejor Actriz de la categoría para Sarah Paulson), nueve Emmys y más de 50 premios.
Dejando de lado la ficción – recreación ficcionada en este caso-, esta semana se se estrenó The Confession Tapes, una serie documental original de Netflix en la que se presentan casos que fueron condenados sin mayores pruebas que una confesión y en muchos casos obtenida de manera objetable.
En el primer par de capítulos conocemos a dos jóvenes que han pasado más de dos década en prisión porque en coordinación con la policía canadiense, se aplicó un método denominado El Capo para obtener una confesión del asesinato que supuestamente cometieron, está práctica además de negar la presunción de inocencia es ilegal en Estados Unidos donde se dictó la sentencia.
Siguiendo el tono de personas que no cumplen su deber -como el sistema penal en The Confessions Tape -, recientemente se sumó a la plataforma otra serie que nos aterra con relatos de enfermeras que no sólo no realizan las funciones que se les han encomendado sino que cuando ven la oportunidad provocan daño a los pacientes pudiendo causarles la muerte.
Nurses who killed, aunque es una producción inglesa más clásica en el formato de documental para televisión con recursos limitados y apegado a un formato específico, logra ser perturbador.
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