Definamos que el cine Noir es uno de los géneros cinematográficos más importantes y creativos de Hollywood, este tipo de películas se caracterizan porque sus historias giran en torno a hechos delictivos y criminales con un fuerte contenido expresivo, entre sus mejores trabajos están The Maltese Falcon (1941), The Big Sleep (1946), The Lady from Shanghai (1947), Touch of Evil (1950), Chinatown (1974), L.A. Confidential (1997), Jackie Brown (1997) y Sin City (2005).
El cine moderno ha tenido como exponente en el género de horror fantástico al director mexicano Guillermo del Toro, que son su particular punto de vista nos ha inmerso en historias de vampiros, fantasmas, insectos gigantes, faunos, robots peleando con monstruos, el romance entre una criatura marina y una humana entre otras, el reto de hacer un remake de una película exitosa es tan grande como su deseo de contarla.
Nightmare Alley es una película de suspenso psicológico neo-noir con tintes fantásticos en donde vemos que el horror también viene de los hombres que aparentan ser comunes, de aquellos que buscando su lugar en el mundo y en una sociedad clasista caen víctimas de sus propios demonios.
¿De qué va la película?
En Nueva York de la década de los 40´s, el estafador Stanton Carlisle (Bradley Cooper) se une a la vidente Madame Zeena (Toni Collette) y Peter “Pete” Krumbein (David Strathairn) el esposo de esta, un mentalista que le enseñará a Stanton a prepararse para robarle a un peligroso millonario, la ayuda que recibirán de una misteriosa psiquiatra que tiene su propio plan oculto cambiará las cosas por completo, cada uno sabrá de lo que es capaz de hacer sacando su lado más oscuro.
La película está basada en la novela Nightmare Alley escrita por William Lindsay Gresham (1946) siendo esta su segunda Adaptación cinematográfica la visión que tenemos es más apegada al material escrito, profundiza más en las motivaciones y vicisitudes existenciales de los personajes, de sus ambiciones y de lo que se siente tener el poder de tenerlo casi todo este es sin duda y¿un trabajo impecable que brinda al espectador espectáculo que tiene el potencial de trascender en el cine y convertirse en algo más.
La cinta se centra en Stan Carlisle que trabaja en un carnaval muy típico de esa década como corredor y tramoyista, antes de adquirir los secretos y el poder de un acto de mentalismo que explora el sórdido y decadente mundo del carnaval y del espectáculo. Él y su compañera Molly (Rooney Mara) se dirigen a la ciudad para hacer fortuna solo para que la codicia y el poder se entrelazan con pasados oscuros con secretos aún más oscuros que poco a poco irán revelándose y mostrando la verdadera naturaleza de estos.
Sin duda la mejor decisión que ha tomado Del Toro en esta película es la de cambiar los monstruos por hombres con una naturaleza igualmente monstruosa, este elemento fundamental lo lleva a adentrarse en la belleza del clásico cine negro inspirado en el psicoanálisis de sus personajes y a su vez darle un giro a lo fantástico pero, aunado con esto, su experiencia y talento le permiten dar vida a este maravilloso mundo con una casi exacta precisión en su estilo Art Deco tocando lo sobrenatural pero permaneciendo firmemente en lo real. Su diseño de producción a cargo de Tamara Deverell que junto con su director de fotografía Dan Laustsen han sido cuidadosos en representar y recrear este entorno cambiante, y qué decir del hermoso vestuario de Luis Sequeira hacen que cada momento de la película sea un festín visual para los espectadores, un placer, una alegría para contemplar y mirar no solo una vez, cada uno de los fotogramas es hermoso en su propio contexto.
Gran parte de esta historia escrita por Guillermo del Toro y Kim Morgan se dedica a mirar a la humanidad desde otra perspectiva, de verla como realmente es y para que veamos la verdadera naturaleza debajo de esa máscara que muestran a los demás, desde los primeros minutos sabemos y nos ubicamos en que inevitablemente los personajes deberán renunciar a ser lo que aparentan y mostrar lo que realmente son, algo que es bestial e inevitablemente dejarán de fingir y volver a ser esas bestias ansiosas y miserables, a ser esos horribles monstruos capaces de todo sin miedo a nada ni a nadie y por eso, al final cada uno tendrá lo que merece, lo que se ha ganado.
Su narrativa está elegantemente separada en 3 actos en los que vemos el origen de todo, seguido del desarrollo de lo que pasará con cada uno de estos personajes para finalmente tener una terrible conclusión, esto se ha visto en el cine con gran efectividad lo que aporta y enriquece al género que les ocupa pero que sin duda es difícil de hacer, primero porque se debe de tener una visión completa y concreta de la historia, de darle a cada personaje, a cada situación un momento exacto en el metraje y que éste a su vez interactúe con los demás sin perder su ritmo pero, lo más importante de este tipo de proyectos es que sea tan lineal que su conclusión sea creíble y justa y eso mismo aquí sucede de una manera extraordinaria.
Sin caer en el spoiler tomemos como ejemplo una escena en la morada de Zeena y Pete, donde el anciano muestra sus trucos de manipulación mental a Carlisle quién de inmediato se enamora de la demostración que implica un flashback donde vemos que tuvo una relación difícil con su padre, vemos su desnudez emocional en la comodidad del reconocimiento de otro solo para descubrir que él es solo parte de un denominador común, entendemos bien que aquí las personas están desesperadas por ser vistas y tomadas en cuenta, gente desesperada por decir quiénes son, qué es lo que quieren y qué es lo que buscan en un mundo que parece no comprender que la maldad humana puede llegar a sobrepasar cualquier límite algo que nos resulta sumamente escalofriante, también nos advierte sobre los esos espectáculos de fantasmas que juegan a pretender que más de uno tiene poderes sobrenaturales para poder comunicarse con el más allá rompiendo la regla de que los muertos, muertos están y justamente es esto lo que Stan Carlisle busca realizar mientras escapa del campo hacia la gran ciudad con Molly pero de quien trata de escapar es de sí mismo.
A través de este mundo elegantemente diseñado su elenco encabezado por Bradley Cooper, Cate Blanchett, Toni Collette, Rooney Mara, Richard Jenkins, Mary Steenburgen, David Strathairn, Ron Perlman y Willem Dafoe se recrean cada uno de ellos con esta historia, se regodean en creerse que estos personajes pueden habitar en un mundo real, el trío que conforman Cooper, Mara y Blanchett nunca tiene un solo momento de descanso, lo que transmiten a cada momento se debe en parte a sus impecables actuaciones así como al talento de sus escritores y claro, de su director que no busca que cada uno quiera brillar sobre otro sino todo lo contrario, que cada uno tenga su tiempo y momento en pantalla.
La música aquí juega mucho con las escenas, la composiciones de Nathan Johnson (Looper, Knives Out) son simplemente espectaculares porque enmarcan perfectamente bien las situaciones que vemos, que avanza y evoluciona junto con su trama, un trabajo que está a la altura de su historia y de estos personajes que a momentos se vuelve retorcida y cínica, es un personaje más que es testigo fiel en sus intenciones.
En conclusión, Guillermo Del Toro ya no tiene nada que demostrarle a nadie, su carrera como director le ha permitido llegar a hacer trabajos como este que más que enriquecer un género es arriesgarse a contar historias poco convencionales en una industria en la que ya no hay ideas originales, pero que se pueden volver a contar con una perspectiva completamente diferente respetando sus reglas y entregando resultados favorables, una película digna de ver una y más veces por sus detalles pero sobre todo, para entender que el cine de monstruos y de horror ha tomado un nuevo rumbo.
Nightmare Alley ya se encuentra en salas cinematográficas y próximamente en la plataforma de HBO Max.
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