Katla tiene una sencillez siniestra

Llama mucho la atención cuando la plataforma Netflix estrena una producción original de otro país, uno del que no sé muchas cosas, me entusiasma la visión que tienen sobre los diferentes géneros ya sean cinematográficos o para una serie.

En este caso Islandia se suma a su catálogo con una serie que aparte de ser novedosa tiene un estilo muy particular de narrar sus eventos, Katla es un trabajo interesante que de alguna manera enriquece al género de ciencia ficción.

¿De qué va la serie?

En el pequeño poblado de Vik que ha sido casi abandonado, El volcán Katla ha estado en actividad durante casi un año emanando cenizas pero no es solo eso lo que está pasando, la naturaleza de este hecho se combina con la misteriosa aparición de personas y de otros elementos inexplicables que traerá consecuencias para quienes aún siguen viviendo ahí, cambiando con esto su perspectiva sobre la vida y la muerte.

Es inevitable no hacer una comparación con la serie alemana Dark, ya que tienen elementos en común, uno de ellos es su narrativa y otra su ambientación, aquí sucede en un panorama sórdido y frío, en un lugar alejado y sucio, en donde el tiempo parece pasar muy lento, y que pareciera que nada sucede.

Este tipo de estructura visual queda muy bien con lo que se está contando porque a diferencia de Dark aquí no hay viajes por el tiempo, ni cambios radicales en la realidad que se vive sino que cada situación se va desarrollando de poco a poco y justifica muy bien su aparición dentro de la historia, lo que ayuda en gran parte a que sus personajes se vayan integrando y entendiendo lo que sucede, lo que le da un punto arriba sobre trabajo alemán y es ese suspenso en el que va envolviendo al espectador.

Es evidente que en cuanto a su tipo de producción no está al nivel de otras grandes series que hemos visto de otros países como es el caso de Kingdom, de Corea, o To the lake, de Rusia, esto demuestra que para contar una historia tampoco es necesario hacer un derroche de efectos especiales sino que con un presupuesto modesto se puede contar un evento que llene de interés a quién lo vea.

Los creadores Sigurjón Kjartansson y Baltasar Kormákur entienden muy bien que en este género de ciencia ficción y suspenso hay que tener cuidado de cómo abordar un tema como este y que todo se entienda de manera creíble sobre todo para quienes vivimos en otro país y sabemos poco o casi nada de su cultura y folklore. Un elemento que toman del clásico The Thing (1982) de John Carpenter es el hecho de que sucede en un ambiente aislado y algo misterioso que está debajo de un glaciar; este elemento es interesante porque le da a los personajes un nivel de fragilidad y vulnerabilidad ante lo desconocido, la diferencia de que aquí no hay un ser monstruoso venido de otra galaxia y que lleva aquí miles de años esperando ser despertado, aquí son personas, réplicas de otras que se han ido, han desaparecido o están muertas.

Aquí, en este mundo de ciencia ficción y fantasía suceden cosas pero nunca hay una explicación tan clara del ¿por qué? la serie teoriza mucho pero no tiene algo definitivo que explique estos eventos, simplemente suceden y ya, no hay tampoco una explicación científica muy rebuscada que sólo complica y confunde más las cosas, aquí  las personas que deberían estar muertas o que ya existen salen caminando del glaciar cubiertas por una espesa capa de ceniza proveniente del volcán, cuando se limpian y se reconocen nadie puede entender lo que está sucediendo.

Primero conocemos a Ása (Íris Tanja Flygenring) quién murió un año antes y a quien su hermana Grima (Guðrún Ýr Eyfjörð) ha estado buscando, casada con un granjero y es miembro del equipo de rescate, la desaparición de Ása hace un año cambia todo en ese entorno, la poca gente que habita ahí se vuelve desconfiada porque creen que hay un asesino entre ellos pero nada más lejos de su sórdida realidad porque lo que van a enfrentar va más allá de la comprensión humana.

El padre Þór (Ingvar Sigurdsson) es un genio en la mecánica que hace que todo funcione correctamente en esa desolada área, tras la reaparición de Ása las cosas cambian porque no es solo ella la que regresa sino más personas, una de las características que presentan estos renacidos es que conservan la misma edad, por ellos el tiempo no ha pasado por ejemplo, Gunhild (Aliette Opheim) dejó el pueblo cuando tiene 20 años y tenía una relación con Þór, ahora con el doble de edad vive en Suecia con su hijo Björn (Valter Skarsgård) pero otra versión de sí misma ha aparecido, una que es diferente, más sombría y siniestra.

Es así como otros personajes se sorprenden por la aparición de versiones diferentes de sí mismos, al parecer tienen fragmentos de recuerdos, visiones de cosas que sucedieron a sus contrapartes pero que no deja muy en claro cuáles son sus intenciones o por qué están ahí, esto es el gran acierto de la serie porque había que justificar de alguna manera el que conocieran el lenguaje o que supieran caminar o distinguir olores y sabores, cada variante tiene una personalidad diferente pero que la hace ser común entre los demás regresados.

El fallo que tiene esta serie es que puede parecer lenta y muy confusa al principio, conforme se van desarrollando los hechos entendemos hacia donde van, en pocas palabras en la trama  no hay mucha lógica en quién aparece o ¿por qué? alguien que murió o bien otra versión de una persona existente, dos versiones de la misma persona, quizá más que lógica la apariencia de lo que vemos se basan más en la pérdida, el anhelo y el dolor que se mezcla con el antiguo folklore isleño sobre las personas ocultas; explicar el misterio de todo no es una parte importante de la trama, en lo que se centra es en la relación de sus habitantes con estas réplicas, en las decisiones que toman, en cómo van descubriéndose a sí mismos en ellos, en cómo esto va a afectar su vida a partir de ese momento, este ejercicio es sumamente interesante porque lo que puede ser maravilloso en un principio se va tornando cada vez más misterioso y siniestro al punto de llegar al horror.

Los escritores Baltasar Kormákur, Sigurjón Kjartansson y David Már Stefansson no pasan por alto las reglas que impone el género sino que crean una variante de las mismas que usan muy bien a su favor, los 8 capítulos que la conforman están estructurados para que su narrativa nos indique a nosotros como espectadores que podemos teorizar y adivinar lo que va a pasar pero esto no es así, empezamos en un punto y terminamos en uno completamente diferente en donde todo trata de explicarse de manera muy sencilla, la base que toman es que con poco, se diga mucho y no estamos hablando de un ejercicio perverso en donde le dejan todo el trabajo a quien lo ve sino al contrario, juegan con la audiencia de una manera muy elegante pero sobre todo que creamos que lo que sucede puede ser posible.

El elenco es poco conocido en este continente y lo conforman, Ingvar Sigurdsson, Guðrún YR Eyfjörð, Iris Tanja Flygenring, Björn Thors, Aliette Opheim, Baltasar Breki Samper y Guðrún Gísladóttir quienes hacen un estupendo trabajo y de quienes me gustaría ver más, el hecho de hacer personajes dobles y que cada uno sea diferente en sí mismo y que este convenza no es fácil y aquí se da de una manera muy natural lo que eleva enormemente la calidad del producto que estamos viendo.

Su diseño de producción está sumamente cuidado, vemos que hay  hollín, humo y ceniza negra por todas partes, el aire es pesado de respirar, la ropa, los rostros, las manos y todo lo demás está cubierto de mugre; el aspecto específico que tiene este lugar crea un ambiente perfecto para la trama, los personajes más fuertes ayudan mucho a mantener el interés, los giros al final de cada episodio agrega esa dosis de suspenso que se necesita para este tipo de trabajos haciéndolo sumamente emocional.

En conclusión, Katla es de esos trabajos que impresionan por su sencillez y por como abordan las cosas, la historia puede ser algo que ya vimos o que ya sabemos pero contada desde un punto de vista completamente diferente, una serie que definitivamente vale mucho la pena de ver sobre todo si se es fanático de este género.

Katla ya está disponible en la plataforma de Netflix.