Es indudable que los medios tradicionales se encuentran en una encrucijada donde o evolucionan la manera de atraer públicos o desaparecerán tal vez más rápido que sus competidores.
Ver televisión o escuchar radio en vivo frente a un panorama que privilegia y exalta los esquemas on demand se ha convertido en casi primitivo, “como los animales” dice la gente; y es cierto que el estilo de vida hiperconectado ha extendido nuestras responsabilidades y liberado la posibilidad de asistir a los medios cuando y como queramos, y casi siempre sin publicidad.
Por ello la muerte de la radio y la tv en vivo es inminente (al menos en aspectos masivos) a menos que cambien sus esquemas de negocio. Tan es verdad está aseveración en las radiodifusoras que el mercado de la música se ha atomizado y los éxitos pueden serlo tan solo en tu casa o con tu grupo de amigos, y la industria se está concentrando en producir géneros basura que puedan obtener la atención un momento para perderse después en nuestras cada vez más abultadas bibliotecas.
En este sentido resulta encomiable una de las recientes estrategias de EXA FM para prolongar su existencia, regresar al aire a Jessie Cervantes.
No hay tantos registros sobre la historia de la radio como para corroborar lo que digo, pero en algún momento a final de los ochentas, Jessie Cervantes se hizo una voz familiar en la incipiente radio juvenil de México. Ya para el año 2000 que MVS radio decidió unificar muchas de sus emisoras bajo el concepto EXA, Jessie empezó a cobrar mayor notoriedad al convertirse en el director artístico de la cadena haciendo lo propio cuando EXA TV llegó a la televisión restringida.
De tal manera, Jessie es una voz que permanece de aquella industria que luchaba por tener un equilibrio frente a la radio hablada. Su regreso hace dos semanas en el horario de 6 a 10 am, tiene precisamente ese tono nostálgico que puede atraer a los automovilistas y gente que se preparar para salir a trabajar, es apoyado por una programación musical que aunque incluye canciones del cada vez más limitado catálogo que llega a los medios masivos, rodeadas por hits de hace 10 ó 20 años para asegurar la permanencia de un público que creció escuchando esa música y que aprendió a funcionar con la radio como compañía sin tener que seleccionar a cada momento qué escuchar o limitarse a un puñado (amplio pero puñado) de canciones que cada quien trae en sus dispositivos.
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